ECONOMÍA Y SOCIEDAD DE CANARIAS SIGLO XVI, XVII (3º de la ESO)
Objetivos conocer los principales cultivos; como la caña de azúcar primero y el vino después.
Población prehispánica de las Islas
En los últimos años el desarrollo de la investigación arqueológica ha ido aportando la suficiente
información sobre la población prehispánica de las Islas como para ir desbancando a las crónicas
o a los mitos como principales fuentes históricas para conocer este período.
Abordar la prehistoria de Canarias significa conocer tanto el origen de la población prehispánica como las características de su asentamiento y adaptación al medio natural que conforma el
espacio geográfico de las distintas islas.
Actualmente consideramos que la población aborigen canaria tuvo su origen entre los pueblos
bereberes del Norte de África que se van desplazando hacia el sur movidos por dos tipos de
circunstancias:
- En primer lugar, el progresivo proceso de desertización norteafricano que empuja a los pueblos
del sur de la cordillera del Atlas a buscar nuevas tierras de cultivo y pastos para sus ganados.
- En segundo lugar, los restos humanos y de hábitat más antiguos hallados por los arqueólogos en
las Islas, se corresponden con un período comprendido entre los siglos I antes de Cristo y I después de Cristo, lo que lleva a los historiadores a pensar en la expansión del «limes»
o frontera del Imperio Romano en el Norte de África hacia la cordillera del Atlas sahariano y
el rechazo por parte de algunos sectores de la población de la zona a integrarse en dicho Imperio, como causa del desplazamiento de estos pueblos por la costa atlántica norteafricana y su
posterior paso a las distintas islas del Archipiélago Canario, pretendiendo encontrar en ellas los
medios de vida y sustento que no hallaban en su lugar de origen.
Probablemente, el poblamiento de las Islas se realizaría en diferentes oleadas migratorias, aportando cada una de ellas grupos de pobladores que, con un mismo origen, conformarían diferentes estratos culturales.
De esta forma, los asentamientos aborígenes se producirán, en general, junto a fuentes y manantiales que les aseguren el abastecimiento constante de agua. Dichos asentamientos tomarán
la forma de poblados constituidos por edificaciones con una primitiva estructura arquitectónica
(por lo general, de planta circular, paredes de piedra y techo vegetal), aunque también nos
encontraremos, sobre todo en lugares altos y de difícil relieve, con un hábitat en cuevas tanto
naturales como excavadas.
La economía practicada por estos pueblos variará de una isla a otra en función de las posibilidades del medio. Así, la de La Palma y Fuerteventura será esencialmente ganadera, la de Gran Canaria fundamentalmente agrícola y, combinando indistintamente la agricultura y el pastoreo, la
de Tenerife, La Gomera, El Hierro y Lanzarote.
Es pues una economía muy básica, y dirigida
al autoconsumo de cada grupo humano, desarrollada con unos medios muy rudimentarios y
sujeta de forma constante a las inclemencias climáticas u otros condicionamientos naturales
(sequía, agotamiento y limitaciones del suelo agrícola y de pastos, etc.). La cultura material, por
otro lado, será muy rudimentaria, siendo la piedra, el barro, la piel de los animales o la madera
las principales materias primas.
Conquista de Canarias
La conquista de Canarias hay que situarla en el contexto de la expansión atlántica de los distintos estados europeos en su afán por abrir rutas y vías de comunicación con las Indias, circunnavegando el continente africano para proveerse de las especias, sedas, esclavos o metales
preciosos. En este sentido, el Archipiélago ofrecerá una base de escala y avituallamiento muy
importante, para los barcos que naveguen por estas rutas, o también, aprovechando sus posibilidades humanas y materiales, para obtener recursos demandados en los mercados europeos tales
como esclavos, o la orchilla y la barrilla de las que se lograban colorantes para una floreciente
industria textil.
El proceso conquistador es lento (durará casi todo el siglo XV).
La fase inicial es la identificada como fase señorial, ya que durante la misma las islas que se
conquistan (Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro) van a serlo por parte de nobles
europeos (franceses como Jean de Béthencourt o castellanos como Hernán Peraza o Diego de
Herrera) que poniéndose al servicio de los monarcas de Castilla emprenden la conquista como
una empresa particular, obteniendo de ello derechos señoriales o feudales sobre las tierras y los
pueblos conquistados. Derechos que tendrán un carácter hereditario y condicionarán las formas de explotación económica y el control social y político de las islas mencionadas hasta bien
entrado el siglo XIX.
La segunda fase en el proceso de conquista de Canarias viene dada por la conquista realenga,
llamada así porque en la misma los reyes de Castilla se implican de forma directa, colocando a
las islas en esta época conquistadas (Gran Canaria, La Palma y Tenerife), bajo su directo control
señorial y político.
Aquí habrá que distinguir tres agentes que intervienen en el proceso: los monarcas que disponen y ordenan la conquista, los comerciantes y banqueros (fundamentalmente
genoveses) que la financian a cambio de concesiones económicas importantes sobre las islas
conquistadas y, por último, los conquistadores, que organizan las huestes militares, someten a
la población aborigen y se verán beneficiados por el reparto posterior de las tierras conquistadas;
reparto que se realizará teniendo en cuenta el distinto lugar que en la jerarquía militar y política
ocupe cada uno de ellos.
Hacia el año 1496, con la culminación de la conquista de Tenerife, la última en ser sometida, se
integra el Archipiélago Canario en la Corona de Castilla.
El final de la conquista supone el fin de la cultura y las formas de vida aborigen, algunos de
cuyos rasgos persistirán durante algunos años, para sucumbir, con el paso del tiempo, ante la
marginación o la persecución que sufrirían aquellos que se empeñaran en mantenerlas.
Canarias a partir del siglo XVI
La historia del Archipiélago Canario a partir del siglo XVI vendrá condicionada por la colonización del mismo por parte de grupos diversos de pobladores que se asientan en él atraídos por
las posibilidades de progreso económico que se le ofrecen: tierras de cultivo, la participación en
los circuitos comerciales atlánticos entre las Indias y Europa, el abastecimiento de manufacturas
a las islas, etc.
La mayor parte de los pobladores serán españoles (gallegos, castellanos, andaluces, aragoneses,
etc.) que se dedicarán a la agricultura, bien en sus propias tierras, bien como trabajadores al servicio de otros propietarios. También llegarán portugueses, genoveses y flamencos, a desarrollar
la explotación y comercialización del azúcar, primer cultivo de exportación canario, generador
de grandes fortunas y a través del que se integra la economía canaria en los mercados internacionales. Asimismo, encontraremos a grupos de población morisca y negros africanos, que llegan
a las islas después de ser capturados para utilizarlos como esclavos en las plantaciones de caña
de azúcar, en los ingenios, o en el servicio doméstico. Por último, llegarán ingleses e irlandeses
atraídos por la producción y exportación del vino, producto, éste último, que a partir de la
segunda mitad del siglo XVI, sustituirá progresivamente en importancia económica a la caña
de azúcar.
Los distintos grupos de población reseñados se integrarán rápidamente, conformando un entramado social que aportará a la población canaria una idiosincrasia propia y un peculiar carácter
cosmopolita y abierto a las influencias externas.
La economía canaria durante esta época va a girar en torno a la producción y comercio de determinados cultivos de exportación demandados por los mercados internacionales (sobre todo
europeos). Dichos productos se daban bien en las Islas gracias a su clima y solían, además,
reportar grandes beneficios a quienes controlaban su comercio.
Durante el siglo XVI, los principales productos de exportación fueron el azúcar de caña y, en
menor medida, la barrilla. Desde finales del siglo XVI, todo el siglo XVII y gran parte del
XVIII serán los vinos canarios el producto más demandado en el exterior.
La producción de cultivos de exportación no afectó por igual a todas las Islas. Unas desempeñaron un papel más relevante que otras. Así, la producción de caña de azúcar se dio fundamental.
mente en la isla de Gran Canaria, mientras que el vino se localizó sobre todo en Tenerife, lo que
convierte a esta isla en el centro económico y político de Canarias durante estos siglos.
Con el capital que aporta la comercialización de estos productos se traen a las islas productos
manufacturados, que desde Gran Canaria o Tenerife, a su vez, son distribuidos por el resto del
Archipiélago.
Al mismo tiempo, en las islas en que no se dan productos de exportación se desarrollará una
agricultura dirigida al abastecimiento interno, al mercado interior canario, es decir, se comercializan en aquellas islas que por su mayor número de habitantes o por dedicar parte de sus tierras
a cultivos de exportación no producen lo suficiente para su autoconsumo.
El mecanismo económico descrito no siempre funcionó eficazmente. En determinados momentos de la Historia de Canarias, los productos mencionados dejaron de exportarse, bien de forma
coyuntural, bien definitivamente, por las guerras o por la competencia que con esos mismos
productos podían ofrecer otros países (por ejemplo, la caña de azúcar de Canarias no pudo
superar la competencia de la producida en las colonias americanas). Como consecuencia de
ello, dejaba de llegar capital a las islas, se reducían las importaciones, y se vivían momentos de
escasez y empobrecimiento. Gran parte de la población padecía entonces hambre y miseria, lo
que obligaba a mucha gente a optar por la emigración en busca de medios para vivir.
La sociedad de las islas durante el Antiguo Régimen será compleja y estará muy dividida, con- formándose cada grupo social en función del grado de apropiación de las tierras de cultivo y de
su participación en los circuitos comerciales canarios. De forma genérica podemos hablar de:
- La nobleza y el clero que serán grandes terratenientes, propietarios de la mayor parte de la
tierra y del agua. Tendrán una posición social privilegiada y desempeñarán importantes cargos
políticos en los cabildos o ayuntamientos de la época, las milicias, la inquisición, etc.
- Los grandes comerciantes, en su mayor parte de origen extranjero, que llegan a Canarias para
comerciar con la caña de azúcar o el vino, además de otros negocios: trata de esclavos, importación de manufacturas, tabaco, café, etc. Acumulan grandes riquezas, y muchos de ellos accederán al status nobiliario debido al matrimonio con miembros de la aristocracia o a la compra
de títulos.
- Los labradores, medianos y pequeños propietarios de tierra y de agua, que obtienen de sus
propiedades lo necesario para vivir aunque no lo suficiente para enriquecerse. Incluso a veces
deberán trabajar para otros propietarios cuando sus propias cosechas no sean buenas.
- Los pequeños comerciantes y los artesanos. Son un grupo poco numeroso. Vivirán en las ciudades. Tendrán un nivel de vida semejante al de los labradores.
- Los campesinos sin tierras trabajaban para los grandes propietarios como arrendatarios, apar- ceros o, también, jornaleros. Suelen vivir malamente y constituirán la mayor parte de la emigra- ción cuando lleguen los malos tiempos.
- Por último, nos encontramos con los mendigos y esclavos que componen el espectro más bajo
de la sociedad, formando un grupo verdaderamente marginado.
Canarias durante esta época formará parte del reino de Castilla, y estará gobernada por un
virrey, representante de la autoridad real. Su sede estará en Tenerife. Al mismo tiempo, cada isla
formará un único municipio administrado por un Cabildo. Finalmente, el poder judicial estará
desarrollado por la Audiencia, cuya sede estará en Gran Canaria.
Durante más de trescientos años la imagen del Archipiélago vendrá determinada por el conjunto
de circunstancias descritas, y será a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando comiencen
a producirse los cambios que dan lugar a la inserción de Canarias en la época contemporánea.
Historia Contemporánea
ECONOMÍA DE CANARIAS. SIGLO XVIII, XIX (4º de la ESO)
GEVIC
Crisis del vino.
Exportación de barbilla y orchilla.
Plátanos y tomates.
La Historia Contemporánea de las islas se caracterizará:
- En primer lugar, la desarticulación del modelo económico anterior, pues aunque se mantenga, por una parte, la existencia de productos de exportación (la cochinilla durante el segundo tercio del siglo XIX, y luego el plátano, el tomate y las papas) a los que actualmente hay que unir la industria turística como principal medio de atracción de capitales; sin embargo, por otro lado, se romperá el equilibrio entre cultivos de exportación y los dirigidos al consumo interno, atendiéndose éste, cada vez en mayor medida, con la importación, lo que aumenta el grado de dependencia exterior de la economía canaria.
- En segundo lugar, Canarias se aprovechará del proceso de internacionalización del sistema
capitalista a partir del fenómeno imperialista y colonial de finales del siglo XIX.
A partir de la consecución de los Puertos Francos en 1852, los puertos canarios y sobre todo, el
Puerto de La Luz en Gran Canaria, aprovecharán su situación como punto de escala obligada
en la navegación de barcos europeos hacia las colonias africanas y asiáticas, así como hacia los
mercados latinoamericanos, generándose al amparo del puerto numerosos negocios y actividades económicas que dan lugar a la formación de grandes fortunas y a la demanda de numerosa
mano de obra. Esto último provocará un intenso movimiento migratorio hacia las principales
ciudades (Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife) desde los campos o desde las islas periféricas.
- La sociedad canaria irá desarrollándose a partir de la posición que ocupará cada grupo en el
proceso económico descrito. En líneas generales, nos encontraremos con una burguesía, que
controlará la exportación del plátano, los tomates y las papas, a lo que actualmente se suma la
actividad turística, y junto a ello, la importación de mercancías y el abastecimiento interno.
Al control de esta burguesía sobre los recursos económicos canarios hay que añadir la presencia
del capital extranjero invertido en las actividades antes mencionadas, elemento más o menos
permanente en la economía isleña desde finales del siglo XIX.
Al amparo del desarrollo económico contemporáneo canario, vendrá la configuración de una
clase trabajadora urbana desde finales del siglo XIX, en un proceso más tardío que el europeo,
lo que a su vez da lugar a la formación, también tardía, de sindicatos u otras organizaciones
sociales y políticas obreras.
El proceso de urbanización se produce a costa del progresivo y sin contrapartidas despoblamiento rural, proceso agudizado a partir de 1960/1970 con el desarrollo turístico.
- Por último, el desarrollo contemporáneo canario viene condicionado por los cambios políticos
que se producen desde el siglo XIX en España motivados por el proceso de implantación del
Estado Liberal, en el que la participación ciudadana se canaliza a través de los partidos políticos.
Dicho proceso en Canarias estará fuertemente mediatizado por la existencia del llamado Pleito
Insular entre Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, a través del cual los grupos
sociales dominantes de las dos capitales competirán por atraerse el favor del poder central en
aras de conseguir el control político y económico de las Islas. Dicho proceso se materializará
en la práctica en la adopción permanente de posturas antagónicas al abordar la resolución de
los problemas del Archipiélago, e impedirá la articulación de una conciencia regional canaria,
a semejanza de otros territorios del Estado Español.. La lucha por conseguir la capitalidad de la
provincia única canaria a principios del siglo XIX primero, o por la división provincial después
(que se hará efectiva en 1927 durante la Dictadura de Primo de Rivera), serán ejemplos desta- cados de un Pleito Insular que ni aun la ley de creación de los Cabildos Insulares en 1912 logra
atenuar.
Por otra parte, la formación de partidos políticos y su consolidación a nivel regional vendrá también condicionada por el posicionamiento de éstos ante el Pleito; de ahí la dificultad de articular
organizaciones políticas cohesionadas en todo el Archipiélago.
Actualmente, las posibilidades de desarrollo de Canarias como Comunidad Autónoma dentro
del Estado Español, en el marco de la Constitución de 1978, dependen en gran parte de la supe- ración de la pugna interinsular y de la adquisición de una auténtica conciencia social y política
de construcción regional canaria.
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